sábado, 30 de mayo de 2009

"Surfear" una ruptura

Pasa muchas veces que uno está en una relación y la relación por alguna causa se agota. De a poquito. No hay una gran pelea, ni un motivo puntual. La relación se desgasta, se estanca en un nivel medio bajo y alguno de los dos decide dejar de remar. Pero en una relación que ha sido fuerte o significativa, no es tan fácil decir "basta" así, sin una justificación percibida. Uno sabe que la relación en un punto no lo satisface, que no es lo que quiere, o que la vida que se vislumbra a largo plazo con esa relación no es la que uno desea. Es en esos casos que muchas veces, como por arte de magia, aparece un tercero. No un tercero cualquiera. Un tercero del que uno siente que se enamora. Tal vez es más activo que la pareja que uno tiene, tal vez es más intenso, tal vez más interesante. La comparación siempre es injusta: es más fácil ver los defectos de la persona que uno tiene al lado que los de alguien al que ve cada tanto. Pero no importa. Lo que importa es que uno está enamorado, y de repente tiene la excusa perfecta para cortar esa relación que le costaba cortar. No es que yo sea mala persona, es que me enamoré de otro, y contra eso no se puede luchar. El amor es el amor, el corazón tiene razones, etc. Y uno corta. Y se pone a salir con el otro. Y se convence de que ese otro es el amor de su vida, la persona perfecta, lo que uno estuvo esperando todo este tiempo sin darse cuenta.

Y de golpe, algo sale mal. Esa persona no era todo lo que uno esperaba, todo lo que uno quería. No llena las expectativas que uno había puesto en esa relación. Y ahí es donde uno se estrella. Feo. Se cae desde muy alto, y no entiende qué pasó.

A mi entender, el proceso es el siguiente: uno necesita separarse, aunque no lo admita. La pareja actual es buena persona y no se merece el abandono, pero uno ya no es feliz. Pero uno necesita sentir que no es una persona horrible que va a lastimar gratuitamente a otro. Y por otro lado, uno no quiere tomar concientemente la decisión de dejar una relación con una buena persona para quedarse solo. Entonces, ¿qué hace la mente? Encuentra la excusa perfecta, el amor. El gran problema es que al cortar una relación y empezar otra, uno no termina de procesar del todo la otra ruptura. No se enfrenta del todo con la magnitud de lo que hizo, con el dolor que significa cortar una relación importante. "Surfea", o "sobrevuela", o "planea" la separación (o así es como yo lo visualizo, al menos). No cae del todo en cuenta de lo que pasó. En vez de analizar y cerrar bien el pasado, mira al futuro, que se ve brillante. Pone en la nueva relación todas las expectativas. Pero la nueva pareja también es una persona, con virtudes y defectos, igual que la anterior. Y la nueva relación no siempre puede soportar semejante presión. Y de golpe, se termina. Y ahí es donde uno, en un segundo, procesa dos rupturas muy fuertes, una de la relación que cortó, y otra de la que se acaba de terminar. Todo junto, todo de golpe. Como si lo atropellara un camión. Como si se cayera de un edificio. Sólo que con la segunda relación, subió del piso 70 al piso 100. Así que el golpe es mucho más fuerte. Uno sentía que no tenía que preocuparse porque había tomado la decisión correcta, porque había elegido lo que realmente sentía y quería, y de golpe entiende que no era tan así, que la elección había tenido muchas otras motivaciones. Y el vacío doble y repentino es terrible.

A mí me pasó, y temo que le pueda llegar a pasar a una amiga en el futuro próximo. Espero que no. De todos modos, como amiga, no es algo que se pueda decir. No hay consejo posible. La única opción es esperar en la planta baja con los brazos abiertos, por las dudas.

2 comentarios:

  1. Hola Pau, soy Vicky, la amiga de bar de la facu y una lectora más, si no te molesta. Me gustan muchos tus blogs... Besos!

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  2. Hola, Vicky! Gracias por el mensaje :)

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